Pisadas

Elena se había ido con sus padres a la casa de la montaña. Por la mañana se había levantado y después de bañarse había desayunado con sus padres. Su madre y su padre se iban al pueblo a comprar. Elena miraba cómo sus padres se marchaban mientras pensaba en las cosas que iba a hacer sola. Una vez en su habitación, se puso a saltar en la cama tan alto que casi podía tocar el techo. Pero se cansó enseguida y se durmió. De repente el ruido de unos pasos la despertó. Creyendo que eran sus padres bajó corriendo las escaleras y al oír el ruido del coche se apresuró. Abrió la puerta y salió al garaje.

-¡Mamá! ¡Papá! -gritó llamando a sus padres. Pero sus padres no contestaron.

De nuevo oyó las pisadas en la casa y un fuerte viento parecía levantarse. Las hojas la golpeaban tan fuerte que le hacían daño. De pronto, el viento cesó y una gran nube negra cubrió el cielo. Empezaba a tener miedo y un escalofrío recorrió su cuerpo. Entró corriendo en casa. Ya no se oían pasos pero la nube empezó a descargar su furia. Los truenos se hacían cada vez más grandes, no había luz, y tampoco teléfono. No podía llamar a nadie. El pánico se apoderó de ella. Subió a por su muñeca, con la que se sentía segura pero en su habitación había otra persona. Un chico de su misma edad, con los ojos rojos, un cuchillo en la espalada y marcas de grilletes. Su mirada, llena de furia, rabia y venganza, hizo que Elena retrocediera unos pasos. Pero se enredó con una cuerda y cayó al suelo. Ya no podía hacer nada. Estaba muerta, pensó. De repente oyó una voz lejana, muy lejana. Su madre la despertó con un beso en la frente.

Escrito por: Beatriz Hernando

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3 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    creo que, como en tu anterior relato, tienes una historia muy grande para tan pocas palabras

  2. Zilniya dice:

    Me ha hecho pensar en «El sexto sentido». Creo que podría ser el inicio de un relato de terror más largo. 🙂

    1. Beatriz Hernando Robledo dice:

      Cierto, podía ser más largo. Simplemente me pidieron para el taller de escritura una extensión determinada y me vi en la obligación de tener que darle un final.
      Quizás algún día pueda continuar el relato.

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