Espadas de papel
- publicado el 17/01/2014
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Des-inspirado
Intentas evadirte leyendo un poemario de Rubén de Darío… pretendes reconfortarte con un poco de ejercicio físico…, incluso optas por encender la adictiva televisión, algo extraordinario para ti.
No obstante, nada, las ideas siguen lejos de tu imaginación, escabulléndose, riéndose, solazándose con tu íntima agonía. Las musas se han evaporado, la inspiración corre por caminos distintos a los tuyos. Nunca en la vida te has sentido tan solo.
Entonces, recuerdas a Picasso, casi como si le hubieras conocido en vida: “Si existe la inspiración, que me encuentre trabajando”. Te imaginas al famoso pintor frente a un enorme lienzo en blanco, inmaculado, sin más compañía que la oscura intimidad. Le ves dubitativo pero firme, destemplado pero constante, desmotivado pero decidido. Luego, una pincelada al aire y el lienzo comienza a tomar color, forma y contenido.
Con dicho pensamiento, te sientas frente al ordenador, cierras los ojos y comienzas a escribir; queriendo imitar al difunto Pablo Ruíz. Las palabras fluyen, se entrelazan y se componen en armoniosos párrafos.
Al terminar, te percatas de que tu musa no te había abandonado. Sólo esperaba a que te pusieras a escribir.
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