El hombre que sabía que no equivocaba
- publicado el 27/07/2009
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La rana saltarina y el gran danés
Una rana saltaba en un extenso patio de tierra, tratando de escapar de George, un gran danés que deseaba morderla y despedazarla.
Tras diez minutos de intenso agite la rana le grita
-Por favor detengámonos un momento de tan absurdo desacuerdo
El can dejó de correr, ciertamente también se encontraba fatigado, la rana daba muy buenos saltos y al tratar de morderla sus maxilares superiores e inferiores los tenía agarrotados.
-Está bien ranita loca, te otorgaré solo 5 minutos, y prepárate que esta vez no tardaré en destruirte.
La rana desesperada por salvar su vida le expresó
-Por qué tanto afán en hacerme daño, ¿acaso yo he procurado hacerte algún mal?, ¿Te he atacado de forma alguna?, ¿dude acaso de tu valentía?…
-Óyeme tu ranita saltarina, desde el mismo instante que ingresaste a este hogar sin el consentimiento de mis amos, se suspendieron las garantías para ti. El mal que ocasionaste, el susto de mi ama Katrina, ¿tu ataque hacia mí?, la incomodidad que generaste a los seres que amo y tu osadía, creerte más valiente que yo, para atreverte a salir al patio donde me encontraba ferozmente esperándote para ejecutar la planificación de mi venganza.
Y de un mordisco certero le quitó la vida, arrojándola contra la dura pared.
Moraleja: Estamos tan centrados en nosotros mismos que en demasiadas ocasiones, no observamos que nuestras acciones, podrían generar incomodidades injustas en las demás personas que nos rodean, recordemos pues que si hacemos daño a alguien, o a uno de sus seres queridos, generaremos una reacción que dependiendo de la personalidad de quien la ejecute, nos ocasionaría consecuencias negativas.
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