Sexual Healing – Lujúria. 20 de Abril de 2033

Astorg caminaba por las calles de Ciudad Cúpula en busca de señales auditivas pertenecientes al tráfico de canciones que azotaba la ciudad. Su casco insonorizado sólo captaba fragmentos de melodía. El resto del tiempo una opacidad silenciosa lo mantenía aislado de todo cuanto lo rodeaba. Aquella noche Astorg patrullaba solo. Su compañero, presa de un ataque de pánico derivado de los múltiples trastornos psicológicos que le había producido el entrenamiento recibido durante dos años, se había quedado en el Cuartel del Este sedado. Era la primera vez que el sargento le encomendaba buscar señales auditivas. Como novato no esperaba encontrar nada relevante. Además, le habían destinado a una zona segura donde prácticamente no se habían producido altercados en los últimos meses. A pesar de ello, no podía evitar la intranquilidad que le provocaba ir solo en una misión como aquella.

Mientras hacía la ronda a pie por las calles del Barrio de la Libertad jugueteaba con un aro metálico en su mano izquierda. Lo hacía rodar en su dedo índice y luego lo detenía cerrando la palma de su mano. De esa forma mantenía alejados los pensamientos negativos y se mantenía con la tensión justa para actuar si fuera necesario. Astorg siempre llevaba algo en su mano con que poder distraerse. Muchos soldadosno eran capaces de desviar su mente y acababan como su compañero de patrulla aquel día. Por suerte, él no había sufrido nunca ningún episodio de pánico. Los soldados como él casi se podían contar con los dedos de una mano, de hecho, Astorg no conocía a ninguno que no hubiese sufrido como mínimo una crisis nerviosa. Miraba de lado a lado comprobando que las calles fueran seguras, apenas había transeúntes y con los que se cruzaba agachaban la mirada y acelerando el paso asustados giraban en la callejuela más próxima desapareciendo. Astorg detestaba crear esa sensación en los habitantes de Ciudad Cúpula. No era capaz de recordar nada antes de los dos años de entrenamiento. Le resultaba ofensivo, después de su sufrimiento en aquel centro, que no supieran valorar el trabajo que hacían los soldados por mantener la paz en la ciudad.

<<Una hora más y mi turno habrá acabado>> pensó. En aquel momento se encontraba a unas tres o cuatro manzanas del Cuartel del Este y a un par de calles de una zona “amarilla”. No lo sabía con exactitud, pero no tenía la menor intención de acercarse más de lo necesario a la zona “amarilla”. En el periodo de instrucción les habían recalcado fervientemente que jamás traspasaran las líneas de zona “verde” si eran destinados a patrullar solos y aún menos, si la misión encomendada era la de buscar señales auditivas, puesto que, los cascos insonorizados que les hacían llevar no les permitía tener el control total de la situación. Podían atacarles por la espalda y prácticamente les sería imposible evitarlo. La ciudad se dividía en tres colores de zona. Las zonas llamadas “verde” eran seguras, no solía haber conflictos de ningún tipo y podían ser patrulladas por un equipo de fuego y maniobra compuesto de dos hombres o por un solo soldado sin riesgo. Luego estaban las zonas “amarillas”, eran frecuentes los conflictos por tráfico de estupefacientes, robos y otros delitos de menor gravedad, las patrullas eran de un mínimo de dos hasta cuatro hombres que formaban también un equipo de fuego y maniobra dependiendo de la incidencia de altercados. Finalmente se encontraban las zonas “rojas” o zonas de conflicto armado entre los rebeldes y los soldados. Allí se destinaban escuadras de soldados de ocho a doce hombres. A parte de las zonas, los últimos dos años, años que Astorg había pasado en el centro de entrenamiento, se habían generado los llamados “puntos negros”. Eran lugares donde los soldados se habían visto en la obligación de abatir a tiros a algún traficante de señales auditivas o a su consumidor. Marcaban los lugares para establecer algún patrón que les ayudara a definir como se movía dentro de la ciudad el tráfico de señales auditivas. Sin embargo, el esfuerzo había sido inútil, había “puntos negros” por toda la ciudad y no seguían ningún tipo de patrón que pudiera facilitar la búsqueda de los distribuidores.

Esa era la preocupación de Astorg, por mucho que estuviera en una zona segura, cabía la posibilidad de encontrarse con un problema más grave de lo esperado. Desde que los puntos negros se habían extendido por todo el mapa, las zonas de conflicto habían ido creciendo. Cuatro años atrás, fue la primera vez que se declaró dentro de Ciudad Cúpula una zona “roja” y desde entonces, había aumentado la criminalidad exponencialmente. Lo único que sabían tanto él como el resto de soldados, era que algunos de esos archivos de contrabando musical eran la clave para salir de Ciudad Cúpula. Quién poseía el archivo entraba y salía de la ciudad sin ser detectado, algunos huían y no regresaban nunca más, otros volvían para traficar con armas o drogas y unirse a los rebeldes. La orden que habían recibido al respecto había sido clara, matar a todo aquel que estuviese en posesión de un archivo musical.

De pronto su transmisor auditivo instalado en la oreja derecha del casco captó algo singular, algo que Astorg no había escuchado en mucho tiempo. Parecían varias notas musicales enlazadas. Con la mano derecha ajustó el modulador de volumen para escucharlo con más claridad. La señal volvió a repetirse pero esta vez se trataba de otras notas. En efecto, era una señal auditiva correspondiente a una melodía. Su mano izquierda detuvo en seco el juego que mantenía con el aro metálico y lo guardó en su bolsillo. La señal era clara, probablemente no se encontrara a más de dos calles de su posición.

  • Atención Cuartel del Este. Código 4. Solicito localización de la señal auditiva. Repito Código 4.

  • Aquí Cuartel del Este. Entendido. En breve recibirá en su pantalla la localización exacta.

  • También necesitaría un equipo de apoyo.

  • Entendido, ahora mismo le envío un equipo de apoyo a la zona de conflicto. Recuerde que el Gobernador no hace prisioneros.

<<El Gobernador no hace prisioneros>>, durante dos años esa frase era lo primero que escuchaba al levantarse y lo último al acostarse. Astorg miró la pantalla de su antebrazo derecho. La señal procedía de un bar situado en el cruce de la siguiente calle. Estaba apenas a 30 metros de allí. Cogió su arma reglamentaria, corrió hacia la puerta y se dispuso a entrar. Era un local conocido por Astorg. Había pasado largos ratos entre guardias jugando al Black Jack, se le hacía extraño tener que entrar allí empuñando un arma. Comprobó rápidamente que se encontraba en el lugar indicado y pasó la tarjeta maestra por la cerradura de la puerta, aunque para su sorpresa, ésta ya estaba abierta. Entró en el local sigilosamente, de fondo sonaba Sexual Healing, en aquel momento no sabía que melodía estaba escuchando, tiempo después fue consciente de ella y de lo que hizo en aquel bar. Encontró al barman en la barra con los pantalones bajados rodeado por la cintura de unas piernas largas y desnudas de mujer. Los alaridos de ella sonaban por encima de la música. Ninguno de los dos se dió cuenta de su presencia hasta que ella se incorporó brevemente para besar a su amante. Tenía una melena rubia a lo Marilyn Monroe, debía tener unos 25 años. Al cabo de unos días Astorg fue incapaz de recordar nada más de ella a parte de esos dos datos. Cuando la chica cruzó su mirada con el arma que la apuntaba, sus alaridos pasaron de ser pasionales a terroríficos. Entonces Astorg disparó su arma, después hizo lo propio sobre el barman que hacía tan solo un par de días le había servido un Whisky con hielo. Los dos cadáveres yacían sobre la barra con los ojos clavados en el infinito, la sangre resbalaba hasta manchar la moqueta del suelo. <<Qué desperdicio de moqueta>> pensó.

Sexual Healing continuaba sonando como si aún los deleitara después de la muerte. El sonido salía de un pequeño aparato situado sobre una de las mesas del bar, se acercó, separó la tarjeta que contenía el archivo del reproductor y lo conectó al lector de su pantalla.

<<…

El archivo no contiene información adicional

>>

Aquel mensaje indicaba que podía destruirlo sin más. Titubeo, tuvo por un instante la intención de escuchar aquella canción, acción que había llevado a aquellos dos cuerpos unidos aún por sus genitales a la muerte. En ese momento entro el equipo de apoyo y Astorg pulsó el botón de borrar.

 

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