El ladrón y el joven

Un sueño, sólo había sido un sueño, tan real como el denso aire de la habitación. Cada segundo que esa imagen aparecía en su mente, cada aguja que parecía clavarse en su garganta quitándole la respiración.

Sus mejillas eran recorridas lentamente por un ácido que quemaba su piel, había sido una pesadilla, pero como un suceso real, era difícil de asimilar.

La sacerdotisa se lo había advertido, jamás olvidaría lo sucedido.

Abrazó sus piernas llevándolas a cubrir su tembloroso pecho, tratando de regresar a él, aquellos sueños que el ladrón sin rostro le había arrebatado.

Valery Rocha
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