El principio del fin

Parecía que hubieran venido aquí, al acantilado más escarpado e inhóspito del reino, para contemplar una última puesta de sol.

Un sol que se deshilachaba entre las aguas, herido de muerte como el Reino al que defendían. Detrás de la línea del horizonte, sus rayos se disolvían en una sopa violeta y naranja. El adivino del Rey tiró los huesos y vio en ello una mala premonición.

Un rumor recorrió las filas de barbas cansadas. Recortadas contra los brillantes estertores del Sol moribundo, se distinguían las velas negras de los Lachäim. La invasión no era una leyenda, después de todo.

Oscar
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2 Comentarios

  1. Mrs Bue dice:

    De qué va, suena bien con lo poco que se lee.

  2. Óscar Sainz de la Maza dice:

    ¡Gracias! Me encantaría escribir el resto, pero las normas de la competición dictaban que sólo fueran pocas palabras. ¿Escribes tú también?

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