El Sueño Del Caballero

Y clavando mi daga en su cuerpo,

siendo profunda como el deseo,

era aceptada con un jadeo,

por fin vuestra inocencia ha muerto.

 

Sembrando de placer tan dulce huerto,

empujaba sin rubor o rodeo,

sin necesidad de vano flirteo,

llegando un final casi incierto.

 

Portando placeres aun por descubrir,

sin piedad la niebla me la quitaba,

mientras mis ojos deseaban morir.

 

Mi daga recuerda donde estaba,

allí quisiera volver a descubrir,

eso que a ambos nos deleitaba.

Leafar Oreuqrab
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