Una pizca de mí

Quizás uno de los mayores retos a los que me he enfrentado haya sido describirme. Pero intentaré al menos daros una pequeña pista.

¿Habéis sentido alguna vez esa impetuosa sensación de encontraros en el borde de un cortado, con unas ganas tremendas de lanzaros al vacío sin siquiera imaginar lo que os espera al final de la brecha? Yo la siento en cada instante de mi vida.

He aprendido a vivir asumiendo que tras todo salto de fe, tras cada precipitación excitante al vacío, existe un pétreo suelo que te frena bruscamente, y por mucho que equipes tu alma con un paracaídas de realidad y de duras lecciones que la vida te ha enseñado, terminaras golpeado y magullado.

Tal vez mi modo de percibir las irregularidades de la vida pueda ser tildado de negativo o dañino, pero a esta reflexión somos mucho los que llegamos, y mi forma de afrontarlas alimenta cada uno de mis días.

En mi caso, precisamente este pensamiento, es el principal combustible para que mi mecanismo jamás deje de funcionar. Al igual que un motor de vapor necesito la presión en ambos extremos para no frenar. Los desplomes me impulsan hacia la motivación, y el disfrutar tan intensamente de cada momento me hace vulnerable a los golpes.

Podría optar, como muchas otras personas, por tomarme una vida menos intensa, evitando correr tantos riesgos en detrimento de la intensidad de mis excitantes situaciones pero, mi vida se volvería insulsa y perdería todo el sentido. Y es que, en el caos encuentro mi felicidad, en el desorden descubro mi claridad. Cuanto más demoledores sean los golpes que esta vida me tenga preparados, más apreciaré cada emocionante instante de descontrol y anarquía.

Puede que esto me haga parecer una persona demasiado inconsciente, pero a pesar de cada fatídico desenlace, no dejo de robarle miles de momentos increíbles a la vida, que llenan mis páginas de recuerdos de emoción, fervor, frenesí, pasión y locura.

JoseMHeras
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