TUS ESCRITOS TIENEN VOZ.

Sentimientos confesables,

saliéndote de tu alma…

qué, incrédula recibía,

porque no me lo esperaba.

 

Que me querías…, decías

con la locura más sana,

que tu otro «tú» me sentías

que sin «mí», tú no eras nada.

 

Cómo me gustaba «oírte»,

porque… «oía» tus palabras

tan «leídas» que escuchaba

y a mis oídos llegaban.

 

El corazón me explotaba,

los latidos me estallaban,

todo mi cuerpo temblaba,

mi alma, a buscarte se escapaba.

 

Hacia a mí te íba trayendo,

a mis brazos tú llegabas,

con tus cartas vida mía…

¡ hacías que yo soñara!.

 

 

 

 

 

 

 

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