Sendero oculto hacia la intimidad

Caminando el frío atardecer de montaña, pasado y presente nos encontramos. Yo emocionado, él incómodo y nos abrazamos. Yo contenido, él volviendo a vivir.
En la calidez del encuentro un susurro inocente, una herencia cedida con nostálgico amor escapó a mis labios: «Te eché de menos más que al aire…hasta que deje de respirar»

La doliente sorpresa lleno sus ojos, sus labios se separaron en busca del aliento que en mi tibia crudeza acababa de arrebatarle y asfixiandose en lo imposible, me envolvió con sus ojos vidriosos, me abrazó con su corazón de arena y tembló, mientras exhalaba otra vez su último aliento, convirtiéndose en el aire que me faltó, en los ojos de plata, el tiempo y el cálido abrazo que fue y no fue.

Mentalriott
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