Ayúdame, protégeme, apaga mi fuego, cúrame… los gritos desesperados de una sociedad enferma que suplica en un micrófono: ¿112? Necesito ayuda.

Pero no hay ayuda. Se siente, eso no venía en el manual de instrucciones, ¿verdad? Y no, tranquilo, no te molestes, pero no hay ningún foro de internet que te ayude a salir de esta. Así que no devanes tus sesos redactando un mensaje del tipo: hola amigos, soy warriorr69 y necesito vuestra ayuda, mi loro se ha muerto y me siento triste. Lamentablemente eso da igual. Porque da igual tu loro, da igual que te suspendan siempre la asignatura de derecho industrial prerromano, da igual que tu jefe tenga halitosis, y da igual que tu mujer tenga muchos dolores de cabeza (o no tenga cabeza). Porque entérate, no hay 112.

Bueno, dicho esto y ya que parece que empezamos a entendernos diré: en fin, igual sí hay ayuda. Y no me refiero al fulano con pistola que detiene a los cacos, ni al tío de blanco que te cose la herida o el tío de negro que apaga los incendios. Me refiero a las páginas amarillas.

Sí, esos librillos con muchas hojas donde lo encuentras todo, desde una ferretería hasta una tienda especializada en calcetines persas. ¿Qué si estoy de broma? Tú que crees, pues claro que estoy de broma. Quién coño usa ya las páginas amarillas habiendo internet hasta en la bibliotecas, ¿las abuelas? Para que van a ir las abuelas a una ferretería, por favor. Espabila, nadie va a ir a sacarte las castañas del fuego.

¿Y qué fue de ese político tan mono que salía en televisión? Sí ese, el que te pidió tu apoyo, el que te decía que pensaba en ti todas las noches antes de acostarse, aquel al que entregaste tu voto en una urna de cristal. ¿Dónde esta ahora? Te lo voy a decir, está en su casa. En una casa inmensa, pagada con el sudor de tu frente, disfrutando de un lujo que se te ha privado desde el día en que naciste y que jamás conocerás salvo en las revistas mugrientas esas que lees mientras te cortas el pelo. Porque aún tienes pelo, ¿no? O de eso tampoco te queda ya. Bueno no te preocupes, en la teletienda seguramente tengan un remedio para eso.

Igual que lo tenían para tus ronquidos, a que sí. Pero oh, espera, ¿por qué se marchó de casa tu pareja? ¿No era por tus ronquidos? Y qué coño pasó con la almohada esa de la teletienda. Vaya, te timaron. Igual que esta tarde en el Mc Mierda, tu hamburguesa no era como la de la foto. Pero da igual, te la comiste de todas formas, las bacterias de tu organismo también tienen derecho a alimentarse, ¿quienes somos nosotros para privarle de vida a los seres unicelulares? En eso tiene razón la Iglesia, la vida es lo más importante.

De hecho la vida es lo más importante, sobre todo si tu vida es la de un obispo, o la de un papa. Disfrutando del dinero obtenido de limpiar conciencias, al fin y al cabo, ¿no es loable su labor? La gente va a seguir siendo ruin y mezquina, por qué no sacar un poco de dinerillo por hacerles sentir mejor. Dios es misericordioso y sus facturas no se pagan solas. Alabado sea el señor.

Y hablando del señor, qué fue de ese señor que te encontrabas cada día al ir al trabajo. Sí ese que vivía en tu calle, aquel que tenía problemas de salud. Vaya, ¿no lo sabes? Parecía que tenía muchos problemas, más que tú, sin duda alguna. No sé, quizás podrías hacer algo, ¿no? Siempre fue amable con todo el mundo y hacía cosas buenas por el barrio. Ey, por qué no vas a verle. Por qué no apagas esta puñetera emisora de radio e intentas hacer algo bueno por los demás. En serio, ¿aún crees que hay ayuda? No lo sé, de ti depende.

Contéstate a ti mismo, ¿aún hay ayuda?

Miguel, 27 de Julio de 2008. En un lugar de la Mancha…

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