Bruno Volumen 3

Como cada viernes, Bruno volvía al barrio cansado. Toda la semana estudiando y trabajando era la excusa perfecta para que sus ganas de salir de fiesta desapareciesen, pero al contrario, ya olía el primer sorbo de su primera copa antes de haber aparcado. Sus amigos le esperaban en el punto habitual, cerca del super con las bolsas llenas, algunas incluso goteando. Les saludó a todos y cruzaron la calle para cobijarse en las sombras del parque durante el rito habitual que iniciaba la noche, beberse tres o cuatro copas antes de entrar en cualquier antro.

Pronto, (pues los buenos ratos se hacen cortos) estuvieron bailando con las vergüenzas liberadas por el alcohol…La música era indiferente, apenas un canal para desinhibirse de forma guiada. Aunque esa noche el disc jockey parecía buscar el desenfreno común pues algunos de los asistentes comentaban que estaba poniendo «todos los temazos».

Bruno, habitualmente tímido en esos lares, se acercó a una chica pelirroja que no paraba de mirarle. Los amigos se divertían escandalizados después de verle irse con ella fuera de la pista. Al final de la noche todos volvían a casa en el coche de un Bruno más sereno y sonrojado comentando la noche. Bruno subió las escaleras del portal mirando sonriente el número de móvil de Sara, la chica pelirroja del bar apuntado en su agenda por ella al final de la noche.

Mientras se desvestía observó la brillantez de la esfera que había aparecido en su mano la noche anterior. No paraba de preguntarse como aparecían esos objetos, aunque no era el momento de ponerse a pensar, estaba muerto de sueño, así que se recostó sobre la cama y rapidamente estuvo dormido. La luz de la esfera comenzó a destellar más de lo normal, pero Bruno no podía verlo. Él veía a Sara dormir desde un árbol que había enfrente de su ventana. 

-Es una chica muy guapa- oyó a su lado. Bruno se sorprendió y dió un respingo que casi le tira del árbol. Al lado suyo había un hombre sentado sobre la misma rama que él y también con los pies colgando. No le había visto llegar y juraría que un minuto antes no estaba allí. Era de piel albina, no tenía pelo y sus jóvenes ojos parecían muy sabios. Apenas le quedaba bien la costosa ropa que llevaba, pues estaba demasiado delgado.

– Bruno, ¿Sabes qué haces aquí? ¿Sabes quién es esa chica?- le preguntó aquel jóven hombre mirandole a los ojos.

-No, la verdad es que no…-Bruno se asustó. ¿Qué hacía allí? ¿Cómo había llegado hasta allí? -Ni tampoco se quién eres tu.

– Es verdad, qué descortés. No me he presentado. Mi nombre es Gunnar Koynälund, y he venido hasta aquí siguiendo tus sueños…Si, asi es, no te extrañes, estamos en tus sueños.

-¿Mis sueños?-respondió extrañado Bruno. Esto es muy real, puedo sentir el aire, tocar las hojas de este árbol…

-Es cierto- admitió Gunnar-. Tus sueños son muy reales. De hecho estás en el mundo real. Aunque eso no contradice al hecho verídico de que estas durmiendo. Si no me crees… Abre los ojos y apuntalo todo muy rápido, o se te olvidará. Toma. Apunta también poner la mente en blanco antes de dormir.

Gunnar le dió una agenda y un boligrafo, y cuando Bruno hubo tomado notas, Gunnar le dió un pequeño golpe en la frente con el dedo indice, tirándole del árbol al desequilibrarle. Bruno despertó bruscamente. Encendió con la mano derecha la lamparilla de noche para ver que su mano izquierda sujetaba una agenda. ¡Así que realmente soñaba en el mundo real! Debía decir la verdad lo que ponía. No se acordaba del sueño pero si se acordaba de su último pensamiento antes de despertar. Lo que había escrito le parecía una tontería pero más le valía que fuese verdad si no quería morir. Y ahora lo que había escrito tenía sentido. Miró la bola luminosa en la estantería y se acordó de Gunnar, así que apunto su nombre aunque no sabía muy bien como se escribia… Releyó sus notas otra vez. La chica pelirroja que había visto debía ser Sara, asi que apuntó su nombre con una interrogación al lado.Estaba cansado, así que decidió dormirse de nuevo. Intentó poner la mente en blanco como decían sus propias notas.

La brisa marína le rodeaba. Bruno yacía tranquilo en una tumbona de la playa. Hacía calor y la gente de alrededor parecían estar felices. Miró a su derecha y allí estaba Gunnar Koynälund, sabía su nombre, pero no se acordaba de que le conocía. Gunnar necesitaba tomar mucho sol, Bruno le sonrió y siguió a lo suyo.

-¿No te acuerdas de mi verdad?- preguntó Gunnar. -¿Ni tampoco sabes donde estamos? Bruno se sorprendió cuando le dijo eso.

-Eres Gunnar Koynälund. Y a decir verdad no se cómo he llegado aquí, ni de qué te conozco.-contestó Bruno absorto en sus dudas.

– Bien, vamos progresando… Puede procesar algunos datos de sueño a sueño. – le dijo Gunnar a una grabadora que Bruno no le había visto sacar. Probemos esto. ¿Recuerdas esta agenda?- añadió sacando una agenda de debajo de su tumbona.

-Eeeeem…¡Si!-a Bruno primero se le iluminaron los ojos porque pensaba que había perdido la memoria…Aunque al recordar la agenda, también recordó lo que había escrito. Y que estaba en sus sueños.

-Entonces ¿Estoy en un sueño?- preguntó extrañado tocando la arena. -Parecía todo tan real…

-¡Es que es real! ¡Tienes habilidades, chico! Ahora mismo estamos en una playa cercana a Mar del Plata, en Argentina. No veas lo que me ha costado seguir tu rastro. Cuando te pedí que pusieras la mente en blanco, me refería a que pensaras en el color blanco, no que te relajaras… Al relajarte piensas en cualquier cosa tranquila y es igual de dificil encontrarte que si piensas en tu última conquista o en el libro que acabas de terminar. Anda… Apunta- Gunnar le dió la agenda y otro boligrafo.- Mi nombre es Gunnar Koynälund. G-U-N-N-A-R … K-O-Y-N-Ä-L-U-N-D. Y soy tu maestro de mentalización.

-¿Y de qué tengo que mentalizarme?- preguntó Bruno.

-De tus habilidades y de otras cosas.Por ejemplo como hacer un uso correcto de ellas, has vagado salvaje por el mundo, y nosotros tenemos ciertas leyes. El gran problema es que no descansas con propiedad, pues mientras duermes también estas activo…Y así tu mente no rige bien. Debes descansar.-Gunnar se levantó y posó su dedo sobre su frente, relajandole los sentidos. Le puso la agenda entre los brazos. Y Bruno no sintió nada más aquella noche. El sábado se levantó tranquilo y lleno de energía cosa que hacía meses que no pasaba. No le sorprendió la agenda en sus manos. De hecho la agarró y empezó a anotar cosas que recordaba mirando los objetos de la estantería. Se asustó al recordar un par de robos… ¿Habría incumplido las leyes de las que hablaba Gunnar?

danixu
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1 Comentario

  1. Anónimo dice:

    esto cada vez me gusta mas…solo me irrita que me hayas quitado el nombre de bruno..pero lo has usado bien=)=)

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