Crónicas de un Requiem anunciado
- publicado el 24/01/2014
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Cuatro genios y una Isla
En un rincón recóndito del océano se encuentra una isla con forma de taza de té. En dicha isla se encuentran cuatro personas muy variopintas, mirándose desconfiadamente los unos a los otros.
Uno de los hombres está sentado en una roca mientras fuma su pipa y ojea un libro con varias ilustraciones de aves. Se trata de Charles Robert Darwin. Cada vez que pasa una página, alza la mirada para mirar con el cejo fruncido a los otros tres hombres.
Albert Einstein se atusa el bigote mientras lee una revista científica. La revista tiene un agujero en el centro por donde vigila a los otros tres hombres.
Un hombre golpea continuamente su espada con una piedra. Tiene una armadura y un casco de las antiguas cruzadas. Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, no hace más que mirar a sus enemigos mientras afila su espada.
Mientras tanto, Karol Józef Wojtyła, bajo el pseudónimo de Juan Pablo II, da de comer a una paloma blanca a la par que lanza miradas furtivas a los otros tres hombres.
En el centro de la isla hay un cofre con cuatro cerrojos. Cada hombre tiene una llave colgando de su cuello. El mayor tesoro del mundo se encuentra dentro de dicho cofre, y estos cuatro codiciosos hombres desean hacerse con él.
Súbditamente, los cuatro hombres dejan sus quehaceres y empieza una batalla. Józef lanza su paloma a Einstein para que le picotee los ojos, pero este le tira un frasquito a la paloma. El frasco se rompe abriendo un pequeño agujero negro que lleva a otra dimensión a la pobre criaturita.
Rodrigo intenta cortarle la cabeza a Darwin con su espada Tizona. Justo antes de alcanzarle, la piedra donde estaba Darwin sentado se levanta, pues no era otra cosa sino una tortuga, esquivando el ataque de El Cid.
Darwin aprovecha el pequeño momento de incertidumbre creado por su tortuga para gritar. De su garganta brotan miles de escarabajos alados que atacan a El Cid. Con gran soltura, El Cid logra deshacerse de los miles de escarabajos con Tizona.
A su vez, Einstein lanza un rayo de electrones a Juan Pablo II, apuntándole con el dedo índice. El Papa se defiende con su biblia, desviando el rayo mortífero al aire. Como contraataque lanza una plegaria al cielo. De entre las nubes asoma un pulgar que trata de aplastar a Einstein. Gracias a la teoría de la gravedad, Einstein logra frenar al dedo y apartarse a tiempo.
Tras varios minutos de esta disputa titánica, los cuatro hombres caen exhaustos al suelo, mirándose los unos a los otros desafiadoramente en silencio. Al final, Juan Pablo II rompe el silencio:
– Hermanos, ¿Por qué esta lucha? ¿Por qué no abrimos el cofre sin derramar sangre y repartimos el botín?
Los otros tres hombres se miran reflexionando las palabras del Papa. Cuchichean entre ellos haciendo un corrillo para que el Papa no les escuche.
– Hemos llegado a la conclusión de que es mejor seguir con vida y botín en mano – Dice El Cid – Que muertos y con las manos vacias.
Así pues, los cuatro hombres se dirigen al cofre. Cada uno abre uno de los cerrojos y se abre al instante, impulsado por una magia poderosa.
Del cofre sale la mariposa más extraordinaria del mundo, la mariposa leopardo, y se posa en el hombro de Darwin, quien emocionadamente la examina con su lupa.
A su vez, un caballo sale trotando del cofre. Se trata de Babieca, el caballo más rápido y de la más pura raza que jamás haya existido. El Cid se monta en él y empieza a dar vueltas de alegría por toda la isla.
Una bola blanca se posa en la mano del Papa, quien al tocarla cumple su deseo más profundo: la Paz en el mundo.
Albert Einstein se acerca al cofre para ver su premio. Se trata de una tesis titulada “Una nueva determinación de las dimensiones moleculares”.
Con sus nuevos trofeos en ristre, los cuatro héroes parten de la isla a sus respectivas épocas.
Autor: Germán Pérez Campo, 15 de Septiembre del 2008.
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Joel está genial eh? no se, engancha y los «poderes» de los personajes están muy bien hechos. Te ha quedao un relato de puta madre, jeje.
Ah por ciertu, ya que estoy meto momento publicidad. Me he acordao de vosotros porque me estoy leyendo «La última lágrima» de Stefano Benni, son veintitantos relatos cortos, pa mi gusto molan bastante, son surrealistas pero con base real, en plan crítica y análisis social y eso, con su tonito irónico y con algo de humor (negro en su mayoría), y fáciles de leer, es un libro chiquitajo; y no, no me llevo comisiones.
Pues eso.
xDD
Pues habra k ir a la biblioteca a sacarlo 😛
mola, mola, mola
creo que tenemos k inaugurar una nueva categoría, la de «original»
cuanto tiempo te has guardao esta joya, german?
x cierto, la tesis de einstein, me suena… puede ser k sea la tesis con la k hizo su doctorado, o me ekivoco?
juju, mola, me ha encantado
Me ha gustado German, esta muy bien ^^
Estas en lo cierto, Lascivo. Esa fue la tesis que Einstein presentó en su doctorado 😀
Genial, el mejor,… fantastico… candidato a destacado de septiembre… que dificil lo vais a poner caguen!!
xD
Espero inspirarme igual que este dia para escribir mejores relatos 😛