Una nueva vida (Capítulo 11)

El alcantarillado estaba muy oscuro, por lo que probé a usar la habilidad que tanto me ayudó a seguir a Jen en los callejones oscuros y que le daba un brillo rojizo a mis ojos, y tras un par de minutos concentrándome en ello (no sabía de qué modo se activaban estos poderes) conseguí que mi entorno se volviera casi diurno para mí. Ya empezaba a tener control sobre mis propios poderes, una buena señal.

Aprovechando que mis compañeros no conseguían adaptarse a la escasa luminosidad me puse en cabeza de la expedición y les guié siguiendo las órdenes de Elena, que podía ver el mapa gracias a una pequeña llama que le salía de su dedo índice. Era una imagen terrorífica, y no por el hecho de que pudiera conjurar fuego, sino por el propio fuego: su crepitar, su color… todo ello se metía en tu cabeza como nunca antes lo había hecho cuando era mortal, pero haciendo un esfuerzo pude dominarme y controlé el impulso de alejarme de las llamas cuanto pudiera.

Tras unos cuantos metros avanzando como indicaba el mapa, y en los cuales lo único que se escuchaba era un goteo constante que sonaba en todas partes, distinguí unos pasos sobre el agua, aunque muy distantes. Bruce y Elena no lo oyeron, pero me siguieron sin protestar cuando fui corriendo en dirección al ruido. Cuando nos acercamos más el sonido de pasos cesó, pero podía oler en el aire que estábamos cerca de los intrusos. Paré de correr para andar más sigilosamente.

– ¿Qué ocurre? ¿dónde vas? -preguntó Elena preocupada.

– Están por aquí, no hagáis ruido y seguidme.

Sin objeciones siguieron mis pasos. Un susurro les delató ante mis sentidos agudizados (desde que me convertí en vampiro podía captar sonidos y sensaciones imperceptibles para los humanos, había adquirido unos sentidos parecidos a los desarrollados en algunos animales). Caminé aún más despacio, siguiendo sus voces, entre las que distinguí al menos tres distintas.

– Preparaos, están muy cerca -avisé al resto de la compañía.

Ante el aviso, Bruce sacó una escopeta de detrás de su chaqueta y le quitó el seguro lo más silenciosamente que pudo. Elena, sin embargo, no hizo ningún movimiento.

Al cruzar la siguiente esquina les vi: eran cuatro, uno de ellos miraba para todas partes, vigilando; otro se divertía aplastando arañas con sus dedos; los otros dos estaban agachados mirando hacia una pared y manipulando un objeto que no llegaba a distinguir.

Elena y Bruce se asomaron, aunque solo llegaban a distinguir sus siluetas. El vigilante no nos vio, pero en cuanto pensé que el factor sorpresa jugaría a nuestro favor, el que estaba matando arañas giró lentamente la cabeza en nuestra dirección y habló al resto de sus compañeros:

– Dejad eso y ocupaos de los invitados.

Los otros tres siguieron su mirada y nos descubrieron. Intenté que mis uñas se transformaran en las garras que tanto me ayudaron en la noche anterior, pero esta vez no lo conseguí del modo que esperaba: estaban transformándose lentamente; sin embargo no había tiempo suficiente.

Los cuatro vinieron corriendo hacia nosotros.

3 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    tío! no me canso de decirte que me gusta mucho la forma en que escribes. Me gusta cómo describes las situaciones.
    Aparte de el suspense que dejas na má acabar los capítulo cabronnnn jeje
    como acabes en quince capítulos te juro que me cabreo

  2. consigueaccesorios dice:

    jaja, bueno a lo mejor son más de 15…

  3. champinon dice:

    Una pregunta… Los vampiros temen al fuego… no hay algunos inmunes?

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada