Soledad, más que su nombre
- publicado el 27/03/2009
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Retales de un pensamiento
Resulta difícil poder retener en la menoría cada momento, cada instante, cada recuerdo, palabra, olor, que se desea hacer eterno. Tengo la insana manía de intentar recordar los comienzos, sin embargo soy incapaz de recordar cuando cambio todo o quizás quien cambio fui yo, quién sabe.
¿Recuerdas aquel día en que hablamos del futuro? En este caso tampoco recuerdo como empezó todo. Sólo sé que estábamos en la cafetería de siempre, rodeados de la misma gente, y tomando lo de cada día. Inventando historias de quienes pasaban por allí, inventando nuestra propia historia, cambiando nuestra rutina por unos segundos. Tú no solías hablar de tus sentimientos, de tus motivaciones más profundas, siempre permanecías en silencio, ausente pero eso, era algo que me gustaba de ti.
Aquel día quedará grabado en mi memoria, eclipsando a todos los demás. Tus palabras, que ya nadie recuerda cobran cada día más sentido. Las retengo en la memoria como queriendo retener algo de ti. Tu mirada se perdió en el vacío, permaneciste en silencio un instante y luego dijiste:
-Quiero correr y correr y sentir el aire en mi cara. Correr hasta que no pueda más, hasta caer de rodillas frente a la adversidad, frente a mí. Correr hasta sentir el corazón estallar. Correr hasta llegar al lugar más desierto y gritar. Correr entre los caminos que encuentre, entre la gente. Correr escapando de todo. Correr sobre mis pies descalzos, sin meta alguna, sin nada encima. Correr alzando mis brazos para volar- Una sonrisa insegura se dibujo en tu boca y añadiste- Sé que es un tontería, así que olvídalo. Vamos a buscar a los demás.
Corrimos cogidos de la mano y el aire parecía distinto, todo parecía diferente, llegamos agotados pero con una sensación agradable y una gran sonrisa, los demás no entendían que había de divertido en eso. Y entonces aquel camión se cruzo en nuestro camino. Separando historias que se unían, cortando el mismo aire que se respira, alejando el futuro y aferrando el presente. Se paró el tiempo, me empujaste y todo se congelo, como si ocurriese a cámara lenta.
Desde entonces no logro recordar los comienzos, sin embargo los finales se quedan grabados y no se pueden cambiar. Me gustaría poder volver atrás en el tiempo, cogerte de la mano y correr a cualquier lugar lejos de todo, percibir tu tacto, tu olor, tu mirada, tu sonrisa. Nunca se me ha dado bien saber que decir, pero todos me decían que me tenía que despedir de ti, que no podía seguir así, recordándote día y noche. Así que aquí estoy con un hasta luego en la boca y un adiós en la mano. En realidad no me despido de ti, porque sé que al final estaremos juntos, el algún lugar recóndito de la memoria.
- Recuerdos impresos - 15/05/2011
- Vanidad - 07/03/2011
- El reloj - 12/02/2011
yo tendré metido en mi memoria este relato.
muy bueno!
tiene mucha mas trascendencia de lo que puede aparentar literariamente. Ese aspecto de la ausencia recoge la esencia de los hechos cotidianos…
De acuerdo con Lamuen, la cotidianidad en los relatos le dan un nivel elevado de verosimilitud, además que partir de lo cotidiano es una herramienta de la que se puede valer el escritor para crear laberintos para el lector.