Civilización
- publicado el 12/12/2013
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Terminal – Capítulo 0000
TERMINAL
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Conferencia «La tecnología del beso a distancia” del doctor Ares Klauss, Nuevo Teatro Gasvaerk, Copenhage, 3 de abril de 2062.
«Si me pidieran definir un Terminal MS con una sola frase diría que es un ordenador metido en tu cabeza. Puedes usar cualquier aplicación en tiempo real, editor gráfico o de sonido, por ejemplo, y usarla con lo que estés viendo u oyendo en ese momento. Así, el cielo azul en verano visto por tus ojos físicos puede ser modificado digitalmente con el Terminal a tu gusto, puedes agregarle nubes y hacerlo rojo, puedes hacer que lo surquen cazabombarderos en formación, que estallen juegos pirotécnicos en la noche, o hacer que en tu paseo vespertino, los grillos del campo que escuches entonen las danzas rumanas de Bartok».
Exultante, Ares Klauss, seguro de haber captado la atención de todo el auditorio, se apresuró a encender la pantalla tridimensional, mientras un hombre permanecía sentado en un sillón de cuero frente al público.
«Nuestro voluntario tiene puestos en este momento la interfaz lente de contacto y los auriculares del sistema. La unidad de procesamiento es una tarjeta que lleva en la billetera. Como verán, no hay nada aparatoso, nadie diría que este hombre trae consigo la capacidad de cómputo de ciento cincuenta servidores corporativos. En la pantalla podrán verse a ustedes mismos.., se trata del campo visual y auditivo en tiempo real de nuestro amigo… Fíjense, se pueden apreciar sus parpadeos e incluso alguna miodesopsia, una de esas moscas volantes del humor vítreo, navegando por ahí sin rumbo fijo».
«Ahora que vemos y oímos aquello que este hombre ve y oye, vamos a dar marcha al sistema con un simple comando vocal (aquí todo se maneja con mandos vocales; la unidad de procesamiento posee un programa de reconocimiento de voz que solo responde al patrón sonoro de la voz de su propietario). Previamente hemos configurado el sistema para reconocer la voz de nuestro voluntario, a quien le vamos a pedir que diga la palabra “encender”».
El hombre del sillón de cuero obedeció y en la pantalla del auditorio aparecieron los comandos de inicio del sistema superpuestos a la imagen visionada:
>encender<
«Como podrán observar, los mensajes del sistema aparecen cómodamente frente a la persona, sin interferir de manera significativa en el campo visual. Luego de un tiempo, dichos mensajes desaparecen; es como en las películas 2D antiguas de robots; ¿alguien vio a Terminator, por ejemplo?… ¿Nadie?, bueno, bueno, ya sé que es prehistoria cinematográfica, pero les recomiendo que no dejen de lado el cine clásico».
Algunas risas y aplausos se desgranaron desde el fondo del salón, pausa que Ares Klauss aprovechó para refrescarse la garganta con un trago de agua.
«Estamos ahora en línea dentro de la Cognored y listos para la magia. Para esta demostración hemos creado un pequeño y divertido programa que hemos cargado en la memoria de la unidad central, presente también en esa tarjetita dentro de la billetera de este caballero. Cualquier aplicación que se les ocurra podrá ser almacenada en este espacio y ejecutarse como lo veremos a continuación… Nuestro programa se llama “pégale al pato”… ¿Han soñado alguna vez con ser personajes de un juego de video?.. ¿No? ¡Maravilloso!, porque ustedes serán los patos… Por favor, querido voluntario, para abrir el programa diga primero: “programa”».
Nuevamente, el hombre del sillón de cuero siguió las instrucciones y en la pantalla apareció:
>programa<
«Por favor, diga ahora “pégale al pato”».
>pégale al pato<
«Señores, les tengo malas noticias; el sistema ha identificado a cada uno de sus rostros y ahora ustedes son el blanco de nuestro amigo, quien podrá apuntarles y dispararles con este lápiz óptico. La puntuación aparece arriba a la izquierda de su campo visual (10 puntos por cabeza), y el objetivo del juego es disparar al mayor número de cabezas posibles en menos de un minuto».
En la pantalla tridimensional, las cabezas del público habían sido reemplazadas por dibujos de cabezas de pato, como los de plástico con los que juegan los niños en la bañera. El auditorio, asombrado, rompió en carcajadas con el efecto visual, mientras Ares Kaluss entregaba un dispositivo parecido a un bolígrafo al hombre del sillón de cuero.
«Es muy sencillo, solo tiene que cerrar un ojo y fijar la punta del lápiz en algún pato; cuando lo tenga en la mira dispara apretando el botón rojo del lápiz. Buena suerte, el tiempo corre con el primer disparo».
En la pantalla del auditorio las cabezas de los patos explotaban ruidosamente al ser señalados y ejecutados por el lápiz óptico. Algunos de los presentes se levantaban de sus sillas, se agachaban, saltaban o echaban a correr para comprobar como sus cabezas de pato virtuales se movían en correspondencia con las suyas reales. La gente se entregó al juego complacida, mientras Ares Klauss disfrutaba de su éxito. Cuando la multitud se serenó y regresó el orden, la conferencia continuó:
«170 puntos. No está mal… Milton decía que quien sabe jugar como un niño conocerá la inocencia del universo. Razón no le falta, pero esto es solo el lado más trivial de los Terminales MS. Acuérdense de aquello que les comenté al principio de la charla: “un ordenador dentro de tu cabeza”. Con los Terminales además puedes grabar lo que ves, oyes y sientes en todo momento y reproducirlo cuantas veces quieras, e incluso compartirlo con cualquier otra persona dentro de la Cognored. Todo esto gracias a las interfaces visuales y auditivas como las que hemos visto en acción, además de las táctiles, olfativas y gustativas que están en su última fase de desarrollo. Interfaces tan pequeñas y cómodas, que se pueden llevar como un guante. De otro lado, la enorme capacidad de almacenamiento en un área tan pequeña como lo es la cuarta parte de una tarjeta de visita, nos permiten el registro y almacenamiento de poco más de un año de la experiencia sensorial de cualquier persona».
«Los Terminales individuales son la base de la Cognored. Muchos años han pasado desde que la antigua Internet conectaba los computadores de todo el mundo; ahora la Cognored conecta no computadores y máquinas sino seres humanos de todo el mundo. Podemos ver en tiempo real lo que un sujeto en Tailandia ve en su caminata matutina, mientras olemos una baguette recién horneada de una panadería en París, oímos un concierto de los Fried Eyes en Londres directamente de alguien sentado en primera fila y simultáneamente sentimos en la mano la tersura del seno de nuestra amada que se encuentra en viaje de negocios en Tel Aviv».
«Como ejercicio final voy a pedirle a una colaboradora que está en este momento en línea en la Cognored tomando el sol en Hawái que llame al Terminal de nuestro sujeto de prueba».
En un instante la respuesta del sistema apareció en la pantalla tridimensional:
El hombre del sillón de cuero miró interrogativamente al expositor, quién movió las manos en señal de que prosiguiese.
>Sí<
Luego de un pitido corto, la voz de una mujer a 17.000 kilómetros de distancia se dejó oír por los parlantes del auditorio:
«Saludos para usted, doctor Klauss y para su estimada audiencia. Me encuentro caminando por las playas de Lanikai. Aquí son las 8:37 de la mañana y me gustaría compartir con ustedes estas espectaculares vistas».
Otro pitido precedió la aparición del mensaje de solicitud de trasferencia de video y audio del sistema, que se desplegó en la pantalla del auditorio:
Esta vez el hombre del sillón de cuero no necesito de ninguna indicación:
>Sí<
De inmediato la pantalla tridimensional se llenó de azul; un mar y un cielo límpidos parecían derramarse por el escenario mientras se escuchaba el choque suave de las olas. Impresionado, el hombre del sillón de cuero extendió las manos y, embebido por la experiencia, sintiendo que podía recorrer esa playa que se le presentaba ante los ojos, se levantó y echó a andar. Ares Klauss tuvo que detenerlo antes que cayera a la platea.
«Hay que tener cuidado. La experiencia sensorial remota es como una alucinación: llena por completo los sentidos… Señores, esto que ven es una realidad, estamos disfrutando de Lanikai con solo con una conexión a la Cognored y un par de Terminales MS. Podemos ver aquello que otra persona remota ve, podemos oír aquello que otra persona remota oye. Muy pronto también podremos, si quisiésemos, sentir en nuestros pies la arena de esa playa, el golpe del viento en la cara y oler la sal marina».
Los aplausos se extendieron por varios minutos. Fue tal vez el momento más feliz de Ares Klauss. La era del “beso a distancia” había comenzado.
- Terminal – Capítulo 0000 - 17/01/2013