Lo siento, amigo.

Mañana morirás. ¿Bonita frase para iniciar una carta, no? Pues así como lo lees. Mañana morirás. Despídete de saborear el agua fría, de ver otro amanecer, del aire que respiras, de la tierra que pisas. Prende un cigarrillo, sírvete una copa e imagina la vida que pudo haber sido, en este momento soy tu Dios. El Dios del horror, no muy diferente del supuesto Dios que la humanidad ha engendrado. ¿Lo ves? Cualquiera puede ser un Dios. Hazte la idea de que flotarás en el espacio y que abrirás los ojos en medio del vacío negro, por siempre. ¿Bonita introducción, no te parece? Algo poética. Siempre he pensado que un asesino no se diferencia mucho de un poeta. Los poetas viven asesinando el tiempo, la sociedad. Los poetas se asesinan a sí mismos a cada instante, esperando la muerte con una resignación suicida.

Solo quiero decirte que estoy cansado de gente como tú, de los que nos rodean, de pensar que estos idiotas que tengo al lado estudian comunicación social y serán los que dominarán el medio, nos seguirán informando de mierdas, todo será lo mismo siempre. Y esto, tiene que parar. He decidido encargarme yo mismo. Estoy cansado de esas almas en pena deambulando en busca de su imagen en el exterior y no en su interior, de toda esa alienación que tú encarnas, por no ser tú mismo, por tratar de ser todos menos tú. Por hacer odiarme a mí mismo cada vez que lo siento. Una inyección de agua caliente que recorre mi cuerpo cada vez que lo veo.

Sabemos que somos arrojados a este mundo como en un espiral de vómito, buscando influencias, ofuscados por las luces de los anuncios y el ego de querer imponer nuestra imagen sobre los demás, muchas veces generando fricción, pero me desagrada la gente que no tiene personalidad, y no solo voy a matarte a ti, voy a matar a todos los que son como tú. Comenzaré contigo, aunque seas mi amigo. Quiero agradecerte cualquier cosa que haya pasado por alto, eso sí, nada peor que un malagradecido.

Hay que limpiar este mundo de las falacias y alguien tiene que hacerlo. Quiero devolverle el verdadero crédito a quien lo merece, quiero que las personas que no están en su lugar lo estén y acabar de una vez por todas con esta porquería. Quiero un mundo más real, donde nos miremos sin hipocresía ni envidia. Quiero que cada persona encuentre su rumbo por sí sola, lo cual, creo, es un sueño difícil en este mar de masas descerebradas. Pensándolo bien, me parece justo que juguemos a la ruleta rusa y dejarlo todo en manos del verdadero asesino, el azar. A fin de cuentas, me parece que todo es una farsa; veamos qué está destinado a sobrevivir.

P.D. Más te vale aceptar.

Micheline.

Michel
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