Las llaves.

Te ruego que escuches las breves líneas de esta carta que voy a leerte, es lo mínimo que puedo hacer para explicarte lo que te va a suceder.

Esta mañana, gracias a tu despiste o absurdo accidente, mi vida ha vuelto a tener sentido,  he percibido un indescriptible frenesí, ante la proximidad del desenlace, redescubriendo sensaciones que hacia tiempo no experimentaba. Gracias de veras por regalarme este momento.

Entiendo que esto pueda estar dejándote en shock, pero espero, si te calmas, que logres poder comprenderme.

Después de una calurosa noche de insomnio, en la que la cama no ha sido mí mejor aliada, me he levantado esta mañana, y tras una rápida ducha y un vaso de amargo zumo de naranja, me he vestido y he salido a la calle para despejarme un poco, fue entonces cuando te vi.

Seguramente no reparaste en mí, pero yo no he podido dejar de pensar en ti ni un solo segundo desde entonces. Recordando tus sedosos cabellos escapándose en todas direcciones a causa del improvisado recogido que llevabas, otorgándote una belleza sublime y salvaje, así como los rítmicos movimientos de tu atlético cuerpo rebosante de vida y juventud, que me devolvieron a estados de excitación que ya casi tenía olvidados. Me esquivaste para no chocarte conmigo, y seguiste por la acera a toda velocidad casi al trote. Fue entonces cuando sucedió, ese punto en el que mi fortuna y tu destino se encontraron.

Sin darte cuenta, tus llaves, cayeron al suelo mientras te alejabas. Las recogí y decidí seguirte hasta tu portal, al que entraste sin percatarte de lo sucedido puesto que la puerta estaba abierta, pero ¿qué haría yo entonces con ellas? Está claro, devolvértelas.

Por eso, he esperado pacientemente durante todo el día hasta verte asomada en alguna de las ventanas para averiguar cual era exactamente tu piso, y a que tu pareja, se fuese, supongo que a trabajar, y así una vez sola, poder entregártelas personalmente.

Haber estado en tu cuarto, mirándote mientras dormías desnuda plácidamente, me ha llevado hasta el límite de la locura.

Estoy convencida de que es una suerte para ti que haya sido yo quien encontrase las llaves y no un simple violador o alguien por el estilo, ¿verdad?

Sé que no puedes entenderme, nadie lo hace, pero ¿qué puedo hacer si necesito arrebatar la vida a los demás para llenar la mía?

Me activo con tu terror, con tu piel temblorosa en este mismo instante mientras te leo esta carta. Me siento una auténtica diosa.

Todo ha salido tal y como lo había planeado, estamos solas en casa Marta, he tenido que drogarte y amordazarte para que no intentaras huir o defenderte sin antes permitirme explicarte mis motivos.

 

 

Mi nombre es Pilar, y estoy encantada de haberte conocido.

 

 

P.D: ¿Estás preparada?, pues tranquila, no tengas miedo, comenzamos…

 

David Monzon
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2 Comentarios

  1. RUTH dice:

    Hasta lo de ahora el mejor relato que he leído,y grandísimo e inesperado final,me encanta!!,mucha suerte DAVID!!.

  2. CLARA dice:

    Hola!!,queria felicitarte por tu relato,realmente es inesperado y genial,me encanta!!,muchisima suerte,mereces ganar…un saludo David.

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