CIUDADANO EJEMPLAR

Estimados agentes de la ley y el orden,

En primer lugar les pido disculpas por hacerles venir tan pronto, pero como ya sabrán, tanto el oficio de criminal como el de policía no están sujetos a horarios. También les adelanto que fui yo quién les llamó, pues temía que por las prisas o debido a la nefasta gestión que rige su departamento olvidaran rastrear la llamada.

El caso que aquí les ocupa es un asesinato de manual. Aprovechando que el sujeto dormía le puse un cojín en la cara hasta que dejó de patalear. Lo que pasa es que luego, movido por una furia irracional, me ensañé con su cuerpo y por eso quizá hallen restos de sangre, pellejos y entrañas esparcidos por todo el comedor. Conste en acta que les llamé lo antes posible con el fin de que todas las pruebas estuvieran frescas y sin adulterar.

Buscarán un motivo, ¿verdad? No se preocupen, para eso estamos. Benito, que así se llamaba la víctima, no se portaba bien conmigo. Como compañero de piso era limpio, ordenado y tranquilo, pero tenía una costumbre que poco a poco fue despertando mi instinto homicida, y es que solía burlarse de mí repitiendo todo lo que decía. También hablaba sin que nadie le preguntara y siempre me dejaba en evidencia con alguna de sus perlas en el momento más inoportuno. Pregunten, pregunten ustedes a Doña Paca, la del bajo izquierda, que anteayer subió a pedirme la vaporeta y nada más verla le gritó en toda la oreja: ¡Doña Paca es una gorrona! A mi cuñado le llamaba drogadicto y a mi amigo Pepe fracasado. Y cuidado, que yo no digo que Benito no llevara razón, que mentir no mentía, pero hay que tener un poco de tacto con las personas, vamos, digo yo. Y por eso lo maté. No desperdicien su tiempo buscando móviles pasionales, deudas monetarias, ajustes de cuentas o viejas rencillas. Lo maté porque sí, y por no saber estarse callado.

Encontrarán mis huellas por toda la casa y cerveza fría en la nevera como señal de mi buena disposición a colaborar con ustedes. Además, el objetivo de que encuentren esta carta en la puerta de entrada no es otro que prepararles para lo que están a punto de presenciar. Espero que mi cuerpo, que yacerá dormido en el sofá, no les estorbe a la hora de hacer su trabajo, pues en lugar de huir y suponerles más gastos de transporte, he preferido esperarles en casa echándome la siesta del carnero, que esta noche con lo de matar al dichoso loro casi no he pegado ojo.

Muchas gracias por su paciencia y que tengan una eficiente investigación.

Eugenio Fuentes Satrústegui

 

 

Diego Rinoski
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