La mujer tenebrosa

Aquella noche, un solitario vagaba por las calles lleno de melancolía. A pesar de su juventud, estaba cansado de vivir momentos de sinsabor. Sus reflexiones fueron interrumpidas al oír una voz que le atrajo irremediablemente. Era una voz de mujer que sólo decía una palabra: Ven.

Por la calidez y suavidad de la voz, no le cabía duda de que se trataba de una mujer joven. Fue entonces cuando corrió en su busca, guiándose por esos sonidos que eran música para sus oídos.

En un puente logró ver una silueta femenina que estaba observando el río. Cuando se encontró próximo al lugar, ella giró dando una sonrisa.

—Esto no debe ser una ilusión —pensó el hombre en alto.

—Ven a mis brazos —dijo la dama, resaltando sus labios carnosos.

El desgraciado no se lo pensó un momento. Anhelaba un apasionado beso de aquel ser que derrochaba belleza, pero cuando se dispuso a ello, el tesoro que encontró desapareció con una carcajada maliciosa. Desconcertado, el infeliz perdió el equilibrio y cayó directo al río.

Ursula M. A.
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