La sonrisa del payaso

¡Dame todo lo que llevas o te rajo la boca! me dijo un atracador con pasamontañas y una gran navaja en su mano. Asustada le di mi cartera en la que solo llevaba dos billetes de veinte euros y unas monedas. Enfurecido, el atracador se acercó aproximando la navaja a mi cara y exigiéndome más dinero. En ese instante recordé que, en mi bolso, llevaba una cajetilla de tabaco y un mechero, imitación perfecta de un Dupont de oro, y se los ofrecí. El atracador pareció conformarse al ver el mechero, encendió un cigarrillo, echándome el humo al rostro, se dio la vuelta y se marchó. Desde aquel día, recordando aquella escena, no volví a fumar, pero siempre llevo en mi bolso una cajetilla y un encendedor dorado. No deseo que otro atracador pueda dejar en mi boca la sonrisa del payaso.

 

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