«Muchas veces sigo viendo, en sueños, su cara aterrorizada».

Fueron su compañero y él a auxiliar en un accidente en el que estaba implicado un camión de transporte de mercancías peligrosas. Al llegar se encontraron con una situación dantesca, con la cabina del camión envuelta en llamas; y el conductor, que tenía sus piernas destrozadas y atrapadas en un amasijo de hierros, al verlos acercarse, les gritó rogándoles que le pegasen un tiro. Instintivamente, echó la mano a su pistola, cuando notó en su brazo la fuerte presión de la mano de su compañero que negaba con la cabeza para que no hiciese lo que estaba pensando. Finalmente, se apartaron de allí, pero él no pudo apartar la vista de aquel cuerpo que era alcanzado por el fuego, de aquella persona que se retorcía de dolor y gritaba aterrorizado por la muerte espantosa que le esperaba. Después de más de diez años de aquel suceso, seguía sin poder conciliar el sueño.

Prior
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2 Comentarios

  1. Yizeh dice:

    ¡Buena escena!
    Transmite y no se sale de su camino.
    Sí echaría de menos que se introdujera en una trama, con su final y esas cosas. Creo que quedaría genial una escena tan contundente fluyendo por un argumento con personajes tangibles.
    En todo caso, fantástica.
    ¡Nos seguimos leyendo!

    1. Prior dice:

      Gracias, muchas gracias, Yizeh, por tu comentario. ¡Ojalá tuviese la capacidad que demostráis muchos de vosotros para ensamblar un relato con una extensión de novela, aunque fuese corta! Pero, lo dicho, agradezco, y mucho, estas muestras de ánimo que sé que son sinceras. Un saludo,

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