La Jornada Electoral

Me levanté sudoroso. Creo que ya va siendo hora de quitar el edredón. Ya estamos en junio y se me hace desagradable oler a choto desde primera hora. Hoy es la jornada electoral. Elecciones europeas. Creo.

En fin, el caso es que, sin saber si llamarlo deber ciudadano, o derecho a opinar, me dirigí al colegio electoral. Mi cuerpo y mi pelo aún olían a sudor nocturno y ni siquiera me había quitado las legañas. Es más, todavía estaba un poco adormilado, y con las prisas, llevaba las zapatillas de andar por casa. Por si no me sintiera ya lo suficientemente ridículo.

A las puertas del colegio, todo parecía normal. Dentro de lo que cabe. Vivo en un municipio bastante pijo, y se adivinaba claramente cuál era el partido favorito de los votantes.

Esquivando una muchedumbre de enjoyadas señoras en chándal, y a punto de tropezar con un pequinés, extensión del cuerpo de un barrigudo señor de negro bigote y calva rotunda, con expresión de desgana y entrado en los setenta, y acoplado a una señora (su señora) que parecía de “Las Chicas de Oro”, y que pese a su edad llevaba unos tacones de cuidado, logré entrar al recinto colegial. Allí, un guardia civil me escrutó concienzudamente y me preguntó mi calle, supongo que para saber en qué mesa votaba, o por desconfianza, no lo sé.

–Ya me busco yo en las listas, no te preocupes –respondí.

Así que fui a buscarme, dejando al guardia civil con una expresión mezcla de odio, asco y “esta-juventud-no-es-como-tiene-que-ser”. No era la primera vez que votaba, pero tampoco es que sea un experto, así que tardé como media hora en buscarme. Detrás de mí, a cierta distancia, dos hombres y una mujer no me quitaban el ojo de encima. Cada uno era de su propio partido, por lo que vi en el pequeño cartel que llevaban colgando del cuello, y que tenía impreso el logo de cada uno. De repente me sentí un objeto al que esos tres buitres querían violar. O un corderillo asediado por una manada de lobos. Esquivando las miradas cada vez más sedientas de sangre fresca de esos tres zombis, me introduje en el edificio, dispuesto a encontrar el aula donde estaba mi mesa.

Llegué a un cuarto amplio, con sus paredes llenas de dibujos de niños, y había cola hasta la urna.

Por fin era mi turno.

En la mesa, había representantes de dos partidos y dos personas sin ningún tipo de identificación política. El que parecía el presidente de la mesa era una persona enorme. Enooorme, de unos seis metros de alto. Un ser gigantesco. Y calvo. Además, llevaba maquillaje, estaba pintado de payaso. Pero no un payaso feliz, sino uno tremendamente serio, y con cara de pocos amigos. Bastante tétrico. El payaso gigante estaba tumbado, y su cabeza se levantaba por encima de la urna, llena de sobres (la urna, no la cabeza). A su izquierda y derecha estaban los miembros de cada partido y el otro señor, que eran absolutamente normales. Todos ellos trataban al payaso gigante y calvo con total normalidad, o con el trato que se da a un presidente de mesa electoral, claro.

Como el payaso gigante y calvo estaba tumbado, la mesa estaba casi a las puertas del aula, y se veía tras ella el enorme cuerpo. Y cómo sus piernas se levantaban y caían, con aire juguetón, meneándose oscilantes en el aire.

Con cierta congoja, icé mi mano, donde estaba mi sobre cerrado y mi DNI.

–Es aquí –dijo una voz a la izquierda del payaso.

Quien hablaba era un ser bastante curioso. No sé cómo no me había dado cuenta de que estaba ahí. Era un tipo con bastante barriga, vestido con camisa blanca y corbata negra, y con cara de iguana. No podía sorprenderme más, hasta que vi, bajo la mesa, que este ser no era más que una marioneta, tamaño humano, que manejaba el payaso calvo, que seguía inexpresivo. Supuse que no lo había visto porque el payaso lo sacó en el momento en que le dirigí mi voto y mi DNI.

–¡Eh! ¡Espabila! –me dijo el hombre-lagarto-marioneta. Juro que no noté en ningún momento cómo el payaso gigante y calvo movía los labios. Qué gran ventrílocuo–. ¿Vas a votar o te vas a quedar ahí mirándonos todo el día?

–Este… Sí, claro. Tenga –le extendí el DNI­­­­­. El ser gritó al resto de ayudantes:

–El señor Lascivo, con DNI 01235711S.

–Aquí está.

–Muy bien. Pues el señor Lascivo vota.

–Muchas gracias –le dije, todavía un poco anonadado. Pero más me sorprendí al ver cómo, mientras mi sobre caía dentro de la urna, de la boca del payaso gigante y calvo caía un escarabajo, muerto, y se quedaba bocarriba sobre la mesa. El payaso seguía serio, impasible y mirando al infinito.

Salí del colegio, nuevamente huyendo de los tres buitres, que seguían babeando en la puerta, y del guardia civil, que me seguía mirando con odio y asco. El grupo de marujas bañadas en oro ya se había dispersado, y no había un alma en la calle. Noté cómo se me enfriaba el sudor, mientras caminaba de vuelta a mi casa. No me había dado cuenta de lo nervioso que me había puesto. Aunque ahora estaba relajado, y analizando la escena que acababa de experimentar.

La próxima vez me lo pensaré antes de volver. ¡Cómo será en las elecciones generales!

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Yizeh. 7 de junio de 2009

Yizeh Castejón
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13 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    Bueno, hacía mucho que no publicaba un relato como dios manda, así que puede que esté un poco desengrasado.
    Sobre el relato: todo lo que cuento es absolutamente REAL. Mas quiero dejar claro que no he querido que parezca un relato político, ni sobre política, ni que toma partido por derechas, izquierdas ni nada. Sólo se centra en el curioso hecho que me ha pasado esta mañana.
    Pues eso, espero que no hayáis tenido los mismos problemas que yo.

  2. Yonko dice:

    pues para uno q va a votar… jaja

  3. Anonimus dice:

    caía un escarabajo, muerto, y se quedaba bocarriba sobre la mesa

    Metamorfosis

  4. Zilniya dice:

    Pintado de payaso? En serio?!

    «Detrás de mí, a cierta distancia, dos hombres y una mujer no me quitaban el ojo de encima. Cada uno era de su propio partido, por lo que vi en el pequeño cartel que llevaban colgando del cuello, y que tenía impreso el logo de cada uno. De repente me sentí un objeto al que esos tres buitres querían violar.» QUÉ BUENO!!!! XDDDDD

    Me he acordado del año que me tocó estar de presidenta, es el infierno! XD

  5. vms8 dice:

    Al menos te compensaron económicamente =)

  6. Zilniya dice:

    Una miseria teniendo en cuenta que estuve desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la madrugada… @.@

    Se me olvidó comentar otra cosa: hacer referencia en un relato (ficticio o real) de temas de actualidad suele hacerlo más atrayente.

  7. vms8 dice:

    veeenga! 2 de la mañana?? qué fueron locales o generales?

  8. Zilniya dice:

    Generales, chaval, generales… XP El presidenta o la presidenta es el último de todos en marcharse, incluso después que los representantes de los partidos; me llevó el coche de policía hasta el juzgado para dejar los sobres de papeleo, ni que me hubieran pillado robando o algo… XD

  9. vms8 dice:

    es que amigos, esta presidenta o presidenta tiene mucho peligrooo!

  10. Zilniya dice:

    XP ostras, el presidentE o la presidenta… que mal he quedao… XD

  11. vms8 dice:

    nah, todo el mundo se equivoca, hasta las presidentas :3

  12. xplorador dice:

    Muy bueno Lascivo, pero deberías quitarte las legañas antes de salir de casa.

    Yo voté a un partido anti-payasos para evitar que mi escarabajo muriera.

  13. Pequadt dice:

    Yo no voté. Votar una vez cada 4 años no lo considero democrático.

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