Señor Dollh. Parte 2

Para comprender mejor este relato es recomendable leer previamente estos relatos:
¿Está rico el arroz tres delicias?
El Restaurante Ming
Muerte laqueada
Señor Dollh. Parte 1

 
Señor Dollh. Parte 2

Eran más de las tres de la madrugada. Llevábamos todo el día deambulando por el pueblo en busca de un Seat Ibiza amarillo y por fin nuestra espera había dado sus frutos. El Seat Ibiza salió de un parking. Concretamente de un parking perteneciente a un puticlub llamado “Mawis”.

El señor Dollh aceleró el sidecar de color crema y salió haciendo ruedas. El conductor del Seat Amarillo aceleró también. Eso significa que era sospechoso, o incluso autor del crimen.

El Seat intentó darnos esquinazo, pero nuestro sidecar iba conducido por el señor Dollh. Teníamos las de ganar.

El Seat se metió por una urbanización, esquivando por los pelos a un coche de seguridad. El guardia que iba dentro nos miró como si fuera lo más normal del mundo el que un coche y un sidecar fueran a más de 80 por hora en una urbanización.

Tras una curva muy cerrada, apareció una recta larguísima. El señor Dollh me gritó que disparara al hombre mientras ponía el sidecar en paralelo con el coche. Yo saqué mi pistola. Apunté a la rueda… y di al retrovisor.

Pude ver la cara de susto que puso el conductor, y el vio la mía, pues mi mala puntería también me asustó a mí. Esta vez intenté disparar al retrovisor roto, a ver qué pasaba. Sonó mi disparo y rompí la ventanilla de atrás. El conductor dio un volantazo y se salió de la carretera.

Desde mi perspectiva puede ver como el coche amarillo daba dos vueltas de campana y se quedó parado boca abajo. El señor Dollh frenó el sidecar. Mientras frenábamos, el conductor abrió la puerta y salió como pudo del coche. Intentó abrir el maletero, pero al estar boca abajo no se abría, por lo que de una patada rompió la luna de atrás. Al romper la luna, dos cuerpos rodaron hacia el suelo.

El señor Dollh sacó su pistola y bajamos del sidecar. Fuimos corriendo al coche accidentado y vimos al conductor con gafas, unas gafas rojas, cargando con los dos cuerpos, uno de una mujer y otro de una chiquilla rubia.

– ¡¡Alto!! – Gritó el señor Dollh – ¡Alto en nombre de la Ley!

El hombre con gafas apenas podía correr debido al peso de los cuerpos, por lo que los tiró al suelo y corrió todo lo que pudo. En ese momento salté y le agarré de una pierna, incitándole a caer de bruces al suelo.

Cuando me fijé en los cadáveres, reconocí a Luisa, pues el hombre que nos pidió ayuda nos enseñó su foto. A la chica no la reconocí, pero era rubia y no tendría más de ocho años.

El señor Dollh metió al hombre con gafas en el sidecar y se lamió los labios. Siempre hacía eso cada vez que iba a interrogar a alguien.

 

Autor: Germán Pérez Campo, 20 de Agosto del 2008.

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3 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    oh si! ouh yeah! cojonudo! k tensión! k ganas de leer el siguiente! diossssss! me ha molado.
    Voy a limpiarme

  2. champinon dice:

    El conductor le salvo la vida… a ver como me sorprendes

  3. Pequadt dice:

    Ups, se me ha olvidado continuarla xD

    Mañana publicaré la siguiente parte, que ya es un poquitín tarde para escribir 🙁

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